Como el último rayo de sol



Era una tarde de noviembre, el sol se colaba por el gran patio de Santo Domingo, muchos jóvenes esperaban a que pasara alguien para robarle la cartera o lo que trajera encima mientras ofrecían servicios de impresión y papelería. Sentí envidia, cuando pasé unos minutos antes, no se me acercaron.

-¡Rodrigo! dijo el barista.

Mi café estaba listo, dejé un billete en el vaso de las propinas mientras miraba el dulce rayo de luz que se desvanecía sobre el patio adornando de dorada tarde.

Sabía que no estaría mucho tiempo ahí. Solo había que tomar un respiro y de beberle al café, para mirar desaparecer el mundo. Se acabó la tarde, se acabo el trago de café. Se acabó la vida. Nos diluimos como el último rayo de sol.

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