And I try, and I try

Navegaba en un infinito mar de nada. Silencioso, remé y remé, apenas agitando el viento de forma que me dejara al menos avanzar. Moverme. Pero entre la inmensidad un paso lento es completamente inútil, imperceptible. Así di vueltas o me hundí o me elevé. Disparé a todos los pájaros al mismo tiempo, y ninguno era suficiente.  Ninguno alcanzaba, ninguno existía. Pero seguía apuntando el fusil hacia quién sabe qué. Pero no dejé de cargar el fusil, de recargar con expansivas balas de nada. Así, de nada. 
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Esta no es una historia, es la vida real. La vida de un navegante que no entiende porqué está montado en una barca a la que no eligió subirse, pero que se encuentra en un punto sin retorno. Y con todas las fuerzas agita lo que le queda de sí, con la esperanza de desaparecer mientas mantiene los últimos destellos de consciencia. Algo tiene que hacer. Son sus últimos miligramos de consciencia en un mundo de alientos intermitentes. Temporal. Atípico para la eternidad. Un espacio entre el todo que solo dura unos instantes. Y ahí, perdido.

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No importa qué sea eso que tenga que contarte. Ya lo sabes. Ya lo has visto. Ha sido todo ya padecido, sufrido y disfrutado. ¿En dónde estamos que tuvimos que construir tantas cosas que no necesitamos? Es un vertiginoso e innecesario entorno que nos hace más llevadera la estancia. No sabremos dónde termina todo. Son solo unos instantes de consciencia, eso es la vida. Un suspiro del universo en que podemos observar desde un ínfimo punto de vista. Después nos arrebata todo. En ese fragmento de consciencia construimos nuestra propia versión. Después se nos expulsa despiadadamente. 

Afortunados, inventamos el lenguaje para poder dejar testimonio de algunas cosas. Para construir mientras estamos,  no sobre la nada, sí sobre los restos de otros. Ahí creamos ante todos los pronósticos. Ante todas las desventajas alcanzamos a salirnos con la nuestra. Pero nadie vive para contarlo. Ni para entenderlo. Apenas alcanzamos a decirlo cuando ya no nos sirve de nada. 

Nada tendría sentido si no hubiéramos sido capaces de descubrir el amor. Así vale todo la pena, aunque sean destellos de amor que disparamos sin sentido. Que aspiramos y exhalamos. Que damos y recibimos. Que nos dan y que nos quitan. Que no importa si no entendemos, no estaremos el tiempo suficiente para que nos sirva de algo. Con toda la metralla cargada, nada será suficiente. No será satisfactoriamente suficiente. Muy a pesar de ello, habrá valido la pena haber pasado por aquí. 


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