Si me he de largar, me iré contigo

Entre neblina se dio cuenta de que estaba otra vez solo. Convenientemente solo. Recordó esa tarde en la carretera en que la neblina solo le dejaba ver una o dos líneas, esa vez había tenido que frenar y echar el cuerpo para adelante, en cualquier momento aparecería un animal en el camino  o una grieta en el camino que llevara directo a un precipicio, en tal ocasión sentía todo el miedo contenido sobre su espalda que esperaba lo peor en cada línea que se aproximaba. Esta vez, no sintió el menor de los pesares, por el contrario aceleró. Quería encontrarse con una bestia que lo parara en seco, que le recordara que estaba vivo y que podía aún sentir dolor. Mágicamente desapareció la niebla y la línea infinita formada por pequeños puntos que mantenía una recta en la carretera. Aceleró. Eso sabía hacer muy bien, pisar a fondo. Estiró la punta del dedo gordo del pie derecho hasta que sintió una pared. El motor del auto eran los caballos que les había prometido el manual del auto, todos galopando con fuerza,  golpeando con fuerza hacia el piso, cimbrando la tierra, una aplanadora que taladra en cuatro patas neumáticas golpeando al piso. Llegó el momento en que no era necesario seguir presionando ningún pedal, el auto ya se movía solo, se desplazaba con fuerza y mucha velocidad. Giró el cuello y tronó. Giró los hombros hacia atrás y también tronaron. Tomó aire listo para despedirse. Giró la perilla de la radio…  ain't gonna do you wrong while you're gone, Ain't gonna do you wrong 'cause I don't wanna, All I'm askin', Is for a little respect when you come home… La canción era apropiada. Hizo esa mueca que le conocían los más allegados, una media sonrisa sin abrir la boca, la contracción del labio derecho. Las cosas estaban saliendo bien. ¿Así que aquí estás? Miro a su lado, y efectivamente, ahí venía la chica del retrato. Se había ido hacía mucho tiempo, la última vez que la vió ella hablaba y hablaba mientras él trataba de memorizar su ronca y pegajosa voz. Y adictiva y soñadora y amable y también perfecta. Y también perfecta. Las cosas habían salido bien, la miró tanto que ella no pudo sino quedarse conectada, en algún momento apareció en el auto que se precipitaba hacia la muerte. Ahora te tengo donde quiero. Si me he de largar, me iré contigo.Ella me sonrió como si no escuchara mis pensamientos. Me troné los dedos, la cosa se iba a poner divertida. 

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