Quién sabe qué cosa

Era ese momento de la tarde en que todo brilla. Di un sorbo a mi café sin dejar de mirar el atardecer. Vivir cerca de los volcanes tiene sus recompensas, en las tardes despejadas puedes mirar las montañas que aunque cada vez tienen menos nieve, se mantienen imponentes. El Popocatépetl se encontraba agitado, inquieto, a veces, furioso. Los volcanes están conectados con la tierra y la tierra está conectada con todo. Un terremoto al interior del cráter debe tener implicaciones en las decisiones que tomamos, no tengo dudas.

¿Estás de acuerdo, no? 

Regresé. Estaba en una conversación de un tema irrelevante. Había desarrollado la habilidad de poner cara de que algo me interesaba y en el fondo estar pensando en cualquier otra cosa, o simplemente admirando el la fumarola que se precipitaba del volcán. 

Porque el Maverick es mucho mejor auto que Mustang, de eso no queda duda, el sonido de sus seis cilindros lo hace único, ¿serán sus válvulas? Aunque te acepto que no tenía tanta vista... ¿Estás de acuerdo? 

Asentí. La verdad es que los autos no me interesan, está bien, trato de que mi auto esté limpio antes de salir y hasta disfruto encerarlo, pero no me interesa debatir sobre los neumáticos. A mí me interesa más bien contemplar otras cosas, como las montañas, hay días que parece que me dicen algo. Murmuran. Hay días que las escucho y entiendo su furor. Otras veces sólo están ahí y dicen lo cansadas que están. Otras veces simplemente me hacen saber que me acompañan, me dicen que deje de pensar en esto o aquello. No sé cómo lo dicen, solamente vibran.

Tú sabes de cámaras, ¿no?.. ¿Qué opinas de la Polaroid 600? Fíjate que mi papá...

Sí, tomo fotos, pero no me interesan las cámaras. Es sólo un trabajo. Me dieron una Canon muy buena que toma las fotos solitas. Casi solitas, así no me preocupo más que de ver a los ojos mediante la cámara. Nada más. Meto mi ojo en la mirilla y en lo único que me preocupo es en la mirada del otro lado, en conectar con la otra persona, en atrapar ese brillo de su mirada y quedármelo yo. No la película, no el sensor de la cámara, sólo yo. Sólo algunas veces la mirada logra reflejarse en el papel.

Entonces pum, derrapé, pero estaba aferrada al volante, lo malo de esos autos es que corren mucho, pero colean al frenar.

Explotó. Se cimbró la montaña y sentí un dolor en el corazón. Sentí que nada tenía sentido. Alahia es muy bonita, pero habla mucho y a mi me gusta escuchar el viento. Sentí mi corazón vibrar. La miré mientras seguía hablando de quién sabe qué cosa. Por dentro mi corazón se desgajaba.


Comentarios