Viento de otoño


‘Sin dejar de oírla, me puse a mirar a la mujer que tenía frente a mi. Pensé que debía haber pasado por años difíciles. Su cara se transparentaba como si no tuviera sangre y sus manos estaban marchitas’. Juan Rulfo/ El llano en llamas.

No podía evitarlo, no me la podía quitar de la cabeza. Sabía que solo vivía en mi mente, pero todos los días encontraba la ocasión de hacerme dudar sobre su existencia. Todos los días me daba un prueba más de vida. Por momentos me dejaba llevar, me dejaba abrazar por sus palabras y le acariciaba con mis cuentos. Encontré un nuevo motivo para escribir. Era ella y sus atentos ojos muertos que no parpadeaban. Estaba tan atenta como una piedra a la eternidad. Y yo tan dispuesto como una hoja seca que cae sin que nadie la espere, y que cede ante el viento de otoño.  

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