Así no. .7

Puedes ser lo que quieras. Hasta un lobo. Ponerte en las cuatro patas de una animal salvaje. Oler la debilidad del otro y atacar. No es una metáfora, es una forma de ver al otro. No existe la inspiración, existen millones de impulsos que tienes dentro de la panza. Necesidad de decir algo. Cada vez me molestan más las personas que cuentan historias porque quieren que los lectores se enamoren de sus personajes. Ególatras de mierda. Cada vez me indignan más los que escriben para conseguir un trabajo y hacerse ricos. Son odiosos esos que están cazando una conversación para transcribirla. Entiendo perfectamente a quienes escriben porque eso les dicta su estómago, porque eso es lo que saben hacer y disfrutan arremangarse. Escribir es un maldito instinto que haces, o dejas de ser tú. De la misma forma en que no todos pueden ser cazadores, no todos pueden escribir. Hay que tener olfato, hay que disfrutar exprimir tus emociones y sacarte las tripas para manchar el papel con tu misma sangre. Estar dispuesto a llorar por tus personajes, sentir un poco de recelo, y hasta odio. Mucho odio, aprender a cargar un arma, apuntarte en la frente y describir como lentamente vuelan tus propios sesos. Nadie duerme después de escribir, terminas con la respiración acelerada. ¿Te han sudado las manos mientras escribes?, ¿Has sudado frío? Nadie sabe cómo piensa un lobo, pero tienes que convertirte en esa bestia terriblemente sola. Tienes que pensar en la temperatura de la sangre que brota de su presa, ¿Está caliente? Acércate. Tócala. Siente cómo es que la sangre que acaba de brotar de una presa aún respira. Sí. Se siente cómo vibra. Tiene vida. Podrías platicar con la sangre mientras la tomas entre las manos y gotea muriendo. Y sientes como al estrellarse con el piso, explota, brincando para todas partes, dejando el piso manchado y dolido. No es divertido escribir, hasta el momento no encuentro glamour en en el alcoholismo, la soledad y el desvelo. No encuentro porque alguien querría ser escritor, sino siente ese fantasma comiéndole las entrañas por la noche y no encuentra paz hasta que saca el cuadernos del buró y empieza a sentir un poco de paz. Sólo un poco. Y quizás, sólo quizás un día leer lo que escribió, y quizás nunca ser leído. Pero eso ya no importa, ya no es mi tema, el mío es escribir. Perdón si tengo que meter las manos en la sangre, todos tenemos los pies en el lodo y tenemos que moverlos antes de que se seque. Todos luchamos cada día por no convertirnos en tierra seca que se la lleva el viento. Un día hay que ser un lobo, otro día hay que ser un parque, un día tendremos que ser viento.

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