Bailarina 1.0

Envidio a la gente que baila, me refiero a los que bailan bien, los que cuando mueven un pie dicen algo, los que levantan la barbilla antes de girar y expresan todo, a los que cuando abren los brazos bien extendidos están dando la bienvenida a la vida, jalan todo el aire agradeciendo estar vivos. Quizás no bailan todos los días, quizás una o dos veces al mes, pero ese par días valen la pena, ahí dicen todo, lo que aman lo que odian y se perdonan por ambas cosas. Perdonan y se recargan para seguir amando y odiando las veces que sea necesario. Cuando tenía 8 ó 9 años veía a las personas bailar y no entendía porqué estaban tan felicites, porqué algunos eran serios de su cara mientras bailaban, y eran también serios en la forma de dar las las vueltas y serios también cuando sacaban a alguien a bailar, y mucho más serios cuando le agradecían que habían bailado. No entendía ni porqué les era sencillo bailar, ni cómo elegían el género, pero cuando empezaba una canción, un resorte debajo de sus asientos los catapultaban y los ponían a bailar y a bailar. Y sólo bailan. Pregunté a mis primas quién les enseñó a bailar, y resulta que nadie. Nadie te enseña a bailar, te sale del corazón y como si fueran latidos, pum, pum, pum, tu corazón palpita y tu cuerpo se mueve. Así. Sólo pum-pum y ya estás bailando. Me lamento no saber bailar y vaya que lo he intentado, vaya que traté de tomar clase, vaya que pedí ayuda, vaya que puse videos mientras estaba solo para dar algunos pasos y así poder sacar a bailar a la niña que me gustaba en la secundaria, pero fue inútil. Nunca aprendí. Y es triste porque que es la única forma socialmente aceptable de tomar por la cintura a la mujer que te gusta, acariciarle la espalda y permanecer sincrónicamente unidos al menos por unos minutos. Es la única forma de tomar de la mano a un desconocido por unos minutos y entregársele, ser del otro, cederlo todo, sudar juntos y apenas mirarse. Fundirse en un mismo ritual con la misma música de fondo, con el mismo ímpetu de la noche, bajo los mismos estímulos de los ritmos. Puedes estar más íntimamente ligado a una persona cuando bailas con ella, que cuando hacen el amor. Pero yo no sé bailar. Yo escribo. Y tampoco me enseñaron, y tampoco sé cuando es el momento de hacerlo, ni sé sobre qué hacerlo. Nace, cuando tomas la pluma y el papel y cuando te terminas las páginas, y cuando te terminas la vida, porque todo se fue entre las líneas y líneas. Pero aquí no bailas a nadie, te bailas a ti, te das las vueltas, te abrazas y te acaricias. Sudas contigo mismo, te conectas, te acoplas al ritmo y dejas que sea el clac-clac-clac el que te guíe. Pero estás solo. Las pocas veces que bailé también estaba solo, estaba abrumado con mis pensamientos de no entender y de no saber si lo hacía bien, y de dudar sobre los pensamientos del otro. Cuando escribo es cuando estoy más acompañado porque es cuando estoy verdaderamente conmigo. Podrás decir que es muy estúpido, pero es mi forma de bailar, tu bailas a tu modo y yo bailo al mío. No me enorgullece lo que digo, me gustaría pertenece a una gran comedia musical en donde pudiera sincronizarme con muchos, y al final hacer un gran acto en el que todos juntos brincáramos y cayéramos al mismo tiempo. Pero soy más bien solista. En eso pensaba cuando Mariana me apretó de la mano y recordé que venía caminando con ella. ¿Bailarina? Me gusta más Bailarina -afirmó-
-Tienes razón, a mi también me gusta más Bailarina. Así se llamará. Y seguimos caminando y consideré que quizás un día Mariana y yo podríamos bailar, aunque no quisiera yo una pareja porque más bien suelo bailar solo,  aunque es más elástica de lo que creo que puedo tolerar, aunque me interrumpe todo el tiempo y la mayoría de veces siento que está fingiendo demasiado, aunque sé que miente y me llegue a sentir mal por su inestabilidad y falta de seguridad. Aun así, creo que podríamos bailar juntos un día, entonces me detuvo, me tomó del brazo para pedirme algo muy extraño. Me pidió que le escribiera algo, la miré por un segundo... y le entregué el manuscrito que llevaba bajo el hombro: todo lo que he escrito, te lo he escrito a ti. Creí que ya no era necesario seguir escribiendo, pronto se publicará Bailarina y creo que es suficiente para mi.



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