Síes

Ahora que tengo 40 creo que estoy listo para empezar a escribir.

Los últimos 20 años estuve en una especie de cómodo ensayo en donde hice todo tipo de ejercicios, escribí en papel, en máquina de escribir, en computadoras prestadas, en computadoras propias, en iPads, laptops, en iPhones, en papel otra vez, en mi casa, en la calle, en mi país, en otros países. Ensayé en todo tipo de lugares, hablando de todo tipo de cosas, y a todo tipo de lectores. 

Lo único que no hice en todo ese tiempo fue escribirme a mí mismo y cuando lo hice fueron breves chispazos en este blog, fueron instantes en donde me escuchaba a mí mismo, en donde soltaba apenas un chisguete de emociones revueltas. En estos 20 años realmente nunca supe sobre qué escribir. No tenía la madurez, el tema ni la calma. Escribí de lo que me emocionó, de lo que me inspiró, de lo que me hizo llorar. Pero déjenme regresar a lo que me desesperó. Descubrí, tímidamente, que cuando estaba realmente desesperado era cuando necesitaba de más fuerza y mi músculo más fuerte está en las palabras, y de ahí me sostuve. Y de ahí sigo detenido.

Ahora que tengo cuarenta han dejado de importarme las cosas sin importancia. Ahora que tengo cuarenta han dejado de importarme las cosas que no puedo resolver. Ahora que tengo cuarenta he dejado de preocuparme por lo que ya debería de haber logrado y mucho menos por lo que ya debería de ser. Soy un viejo, un joven viejo. Y creo que es donde comienza esta historia. Porque tengo una maleta llena de herramientas para partir a construir esas cosas que verdaderamente me importan. He tomado fotos, he hecho videos, he desarrollado cursos, he creado videojuegos, he hecho buenos amigos, y me sigo emocionando mientras escribo. Y me sigue emocionando crear. Ya sin tantas ambiciones, sólo quiero ocuparme de eso que importa.

Ahora que tengo cuarenta me resulta más fácil decir que no. Ahora que tengo cuarenta tengo claridad sobre los selectos sí. Serán muchos síes. Pero selectos y bien cuidados.

Gracias a la vida por permitirme llegar a este momento. Es a la mitad del camino cuando uno entiende en realidad a dónde iba, es hasta que llevamos muchos pasos andados cuando entendemos cuál es el propósito del camino. No quiero decir que lo sepa, pero una extraña energía dentro de mí dicta cuál es el camino. Sin mucha evidencia que lo sustente, doy el primer paso.


 


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