Ahí donde inician todos los caminos.
Lo más interesante de los caminos es que no sabemos cuándo los empezamos a construir, simplemente caminamos, encajamos nuestros pies sobre la arena y marcamos uno y otro y más pasos hasta que quedan bien marcados los surcos sobre la arena.
No se sabe cuándo comenzamos con nuestro camino, sabemos cuando lo terminamos.
Sabemos cuando estamos llegando a la cima pelona de un cerro o cuando alcanzamos a mirar las montañas. Pero en medio no se sabe nada, no se sabe si estás perdido, si vas en la dirección correcta, no sabes si estás avanzando.
¿Empezamos o terminamos el camino cada que nos ponemos de pie? No quiero ponerme filosófico, pero terminamos y empezamos algo. No sabemos si pisar un víbora es el final de nuestra vida, o el inicio de la historia de nuestra muerta. Son las dos al mismo tiempo.
Abre bien los ojos, que ahora mismo estamos en el km 0 de un camino que lleva al final de nuestras vidas y quizás en el trazo final que apenas marca el final de nuestro principio.
Algunas veces el hola, también es un adiós.
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